Una entidad puede poner a disposición del usuario una opción de financiación especialmente flexible denominada línea de crédito, que permite al solicitante acceder a una determinada cantidad de dinero durante un tiempo determinado.
Esto indica que el dinero no es depositado íntegramente en la cuenta del cliente por el banco, sino que está disponible para que el consumidor acceda a él cuando lo necesite. En consecuencia, en función de las necesidades, el dinero puede utilizarse en su totalidad, en parte o no utilizarse en absoluto. Como en el caso de los préstamos, una de las ventajas de acceder sólo a la cantidad de dinero necesaria es que sólo se pagan intereses por esa cantidad, y no por la totalidad del importe accesible.
Una de las mejores cosas de este tipo de financiación es que puede seguir reduciendo la cantidad que queda en la línea de crédito a medida que se va pagando. Además, la línea de crédito suele restablecerse a su importe original para que pueda volver a utilizarse cuando se haya saldado toda la deuda.
¿Cómo funcionan las líneas de crédito?
Las líneas de crédito para comprar en línea son una opción de financiación muy versátil, como se ha explicado en el apartado anterior. El hecho de poder disponer sólo de la cantidad de dinero que necesite en cada momento le da esa libertad.
El solicitante dispondrá siempre de dinero tras solicitar la línea de crédito y llegar a un acuerdo con la empresa sobre las condiciones de la financiación y otros detalles. El usuario elige cómo utilizarlo; puede utilizar todo el crédito, una parte o nada.
Sólo la cantidad de dinero utilizada -no todo el dinero disponible- estará sujeta al pago de intereses. Esto implica que no tendrá que pagar por el dinero que no utilice. Esto lo convierte en una alternativa de financiación que tiene el potencial de ser mucho más beneficiosa y rentable.
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